perspectiva histÓrica..!!*
EL FENÓMENO APUNTADO ANTERIORMENTE TIENE SUS PROPIAS RAÍCES HISTÓRICAS.
Contemplándolo con una cierta perspectiva histórica, nos podemos retrotraer a sus orígenes históricos y preguntarnos cuáles son las motivaciones de fondo de la “nueva religión”, cuyas primeras raíces pueden remontarse a los inicios del industrialismo, el racionalismo e iluminismo y que han movido y en el fondo continúan moviendo e impregnando todavía una cierta mentalidad dominante en la sociedad actual.
El debilitamiento del mundo feudal, la creciente emergencia en su seno de una nueva clase social: la burguesía, la fe renacentista en el papel esencial a desempeñar por el ser humano en el devenir histórico, el debilitamiento del estada absoluto, las revoluciones burguesas, la pérdida de influencia de la iglesia, la confianza depositada en la razón humana, en el progreso de la ciencia y la técnica, etc. desembocaron en el alumbramiento de un nuevo período histórico con una nueva mentalidad: la superación definitiva del estático y teológico orden medieval y el acceso a una nueva época, la edad contemporánea. La Gran Promesa (siguiendo a E. Fromm) hace referencia a las grandes motivaciones de fondo que han sustentado la mentalidad dominante y que han movido la vida individual y colectiva de la mayoría de los ciudadanos en las últimas centurias como consecuencia del creciente optimismo antropológico generado en las sociedades occidentales a partir de los siglos s. XVII y XVIII, fruto de las grandes revoluciones burguesas, el racionalismo, la Ilustración y la revolución industrial. La razón se impuso en un mundo hasta entonces tutelado por la fe. A partir de entonces, liberados ya de las antiguas ataduras seculares, el poderío otorgado a la razón y el creciente optimismo antropológico reinante gracias al progresivo dominio del mundo natural como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos, constituyeron grandes acicates para un progresivo crecimiento económico. Las grandes posibilidades que se les abrían a los seres humanos les hicieron creer que era posible, ahora sí, un crecimiento ilimitado que nos traería el bienestar material y la felicidad tan largamente soñados.
El ascenso de la burguesía al poder vino aparejado con el surgimiento de una nueva mentalidad, la mentalidad burguesa, que supuso un importante cambio de valores y de cuyas raíces vivimos todavía en las sociedades occidentales. El hedonismo radical y el egotismo ilimitado no habrían surgido como principios orientadores de la conducta económica, de no haber ocurrido un cambio radical en el siglo XVIII
El debilitamiento del mundo feudal, la creciente emergencia en su seno de una nueva clase social: la burguesía, la fe renacentista en el papel esencial a desempeñar por el ser humano en el devenir histórico, el debilitamiento del estada absoluto, las revoluciones burguesas, la pérdida de influencia de la iglesia, la confianza depositada en la razón humana, en el progreso de la ciencia y la técnica, etc. desembocaron en el alumbramiento de un nuevo período histórico con una nueva mentalidad: la superación definitiva del estático y teológico orden medieval y el acceso a una nueva época, la edad contemporánea. La Gran Promesa (siguiendo a E. Fromm) hace referencia a las grandes motivaciones de fondo que han sustentado la mentalidad dominante y que han movido la vida individual y colectiva de la mayoría de los ciudadanos en las últimas centurias como consecuencia del creciente optimismo antropológico generado en las sociedades occidentales a partir de los siglos s. XVII y XVIII, fruto de las grandes revoluciones burguesas, el racionalismo, la Ilustración y la revolución industrial. La razón se impuso en un mundo hasta entonces tutelado por la fe. A partir de entonces, liberados ya de las antiguas ataduras seculares, el poderío otorgado a la razón y el creciente optimismo antropológico reinante gracias al progresivo dominio del mundo natural como consecuencia de los avances científicos y tecnológicos, constituyeron grandes acicates para un progresivo crecimiento económico. Las grandes posibilidades que se les abrían a los seres humanos les hicieron creer que era posible, ahora sí, un crecimiento ilimitado que nos traería el bienestar material y la felicidad tan largamente soñados.
El ascenso de la burguesía al poder vino aparejado con el surgimiento de una nueva mentalidad, la mentalidad burguesa, que supuso un importante cambio de valores y de cuyas raíces vivimos todavía en las sociedades occidentales. El hedonismo radical y el egotismo ilimitado no habrían surgido como principios orientadores de la conducta económica, de no haber ocurrido un cambio radical en el siglo XVIII
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